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No blasfemes, oh poeta | Mille et tre

Balánida | Monta sobre mí como una mujer

Por cierto la mujer gana | Aunque no esté parada

XI

Aunque no esté parada

lo mismo me deleita tu pija

que cuelga -oro pálido- entre tus muslos

y sobre tus huevos, esplendores sombríos,

 

semejantes a fieles hermanos

de piel áspera, matizada

de marrón, rosado y purpurino:

tus mellizos burlones y aguerridos

 

de los cuales el izquierdo, algo suelto,

es más pequeño que el otro,

y adopta un aire simulador,

nunca sabré por qué motivo.

 

Es gorda tu picha y aterciopelada

del pubis al prepucio

que en su prisión encierra

la mayor parte de su cresta rosada.

 

Si se infla levemente, en su extremo

grueso como medio pulgar el glande se dibuja

bajo la delicada piel, y allí

muestra sus labios.

 

 

Una vez que la haya besado

con amoroso reconocimiento,

deja mi mano acariciarla,

sujetarla, y de pronto

 

con osada premura descabezarla

para que de ese modo -tierna violeta-

el lujoso glande, sin esperar ya más,

resplandezca magnífico;

 

y que luego, descontrolada,

la mano acelere el movimiento

hasta que al fin el "peladito"

se incorpore muy rígido.

 

Ya está erguido, eso anhelaba

¿mi culo o concha? Elige dueño mío.

¿Quizás una simple paja?

Eso era lo que mis dedos querían...

 

Sin embargo, la sacrosanta pija

dispone de mis manos, mi boca y mi culo

para el ritual y el cul...to

a su forma adorable de ídolo.

 

Verlaine

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